ABSTRACT. Scientific writing and dissemination is being strongly affected by the unfolding of the Information Era. The rapid evolution and improvement of Internet is making available revolutionary alternatives to scientific journals, whose conventional dissemination has become a business concern of high profit. Extremely high subscription rates make it difficult to libraries and interested individuals in the developed world to keep updated in science, virtually impossible for those in the developing countries. Free online journals are beginning to challenge the major scholarly publications in the USA and elsewhere. On the other hand, the introduction of new publication practices through Internet, such as peer-review, auto-archive and open access, are offering promising perspectives for scientific advancement in less developed societies. This alternative is examined in this editorial article from a geographical point of view and within the context of a brand new geography profession of the tropical realm.
Key words: geographic journals - open access - auto-archive - peer-review - Internet - tropical realm - underdevelopment
El título de este artículo editorial se inspira en algunas de las características que distinguen el medio electrónico periódico en el cual se publica. Con esta nota, precisamente, estamos presentando a la comunidad académica, en especial a los geógrafos, la primera edición de GeoTrópico. El nuestro es un esfuerzo editorial que quiere abrir una nueva alternativa de difusión a los geógrafos y científicos afines que se interesan en cuestiones relacionadas con los espacios tropicales, y a la región misma un escenario singularmente promisorio para promover su conocimiento por el resto del mundo.
En cabal perspectiva histórica, la publicación científica periódica -- cuyo propósito es reunir en seriales especializados la producción docta de grupos de investigadores que comparten preferencias disciplinarias, generalmente pequeños en número -- es algo de muy reciente data. La aparición de la revista es uno de los productos de la revolución tecnológico-cultural de la imprenta de tipos movibles, si bien su desarrollo no fue tan expedito como pudiera pensarse. Incluso después de la publicación de la Biblia de Gutenberg, a mediados del siglo XV, la publicación científica periódica demoró en tomar forma incipiente hasta los años 1660, cuando la Real Sociedad de Londres ensayó la utilización del papel impreso para difundir con cierta regularidad informaciones relacionadas con sus actividades. Habrían de transcurrir dos siglos más para que la revista adquiriese verdadera importancia para la comunicación erudita en Europa y Norteamérica, gracias al impulso derivado de la creación de academias y sociedades científicas (Rucinque 1996). Otro siglo después -- hoy -- al empezar el tercer milenio, la publicación científica periódica es bien diferente y sujeta a cambios de notable rapidez y trascendencia.
En los comienzos de su historia, las revistas académicas eran pocas, como pequeña y exclusiva era su clientela. Aún a finales del siglo XIX, a pesar de las transformaciones ocurridas en las universidades, en donde siempre ha estado la producción y consumo de este elemento cultural, no todo el mundo podía acceder a la formación científica. Por descontado, una comunidad erudita pequeña no generaba suficiente material para alimentar este nuevo tipo de publicación; y además los hombres de ciencia, sin la presión de una competencia numerosa, se inclinaban más por el reposado proceso de preparación de sus escritos para publicarlos como libros, más prestigiadores y de mucho mayor impacto que un artículo de circulación restringida.
Pero durante el siglo XX las cosas cambiaron de manera radical. Las sociedades más desarrolladas habrían de experimentar una serie de revoluciones en todos los órdenes -- especialmente en lo científico, tecnológico, educativo, económico y lo político -- que afectarían muchos de los patrones de relación, entre otros especialmente las comunicaciones. En realidad todavía hoy el mundo entero está inmerso dentro de ese proceso, cuyos beneficios, sin embargo, recaen de manera preferente sobre los países que comandan el poder de la creación científica y la innovación tecnológica. Tal vez en lo que se puede apreciar más nítidamente la caracterización de la ciencia contemporánea es en la proliferación de la revista científica. De los 70.000 o más seriados importantes del mundo, habrá unos 20.000 títulos de carácter científico, los cuales publican anualmente unos dos millones de artículos, seleccionados de manera más o menos exigente mediante revisión por colegas. El website del Ulrich's International Periodicals Directory registra a diario la inclusión de nuevos seriados eruditos (http://www.ulrichsweb.com/ulrichsweb/default.asp?navPage=4&), con contenido a cual más representativo del avance científico contemporáneo
Pero si es cierto que cuantitativa y cualitativamente la revista científica contemporánea se halla en la cúspide de productividad, hay cosas que por otros conceptos no están bien. El acceso de los llamados países en vías de desarrollo a tan valioso acervo intelectual es insignificante. El común denominador de los reparos a la manera convencional como se difunde la producción científica es el precio cada vez más alto como los publicistas ponen las revistas a disposición de los lectores. Muchas bibliotecas de los países desarrollados están en jaque por los altísimos costos de suscripción de seriados, y también los investigadores que con los recortes obligados ven restringida su capacidad de mantenerse al día en información científica. Las críticas contra los publicistas comerciales aumentan en acidez y las alternativas propuestas cada vez ganan más respaldo. Por ejemplo, un consorcio internacional de universidades promovió desde 1998 la Coalición para la Publicación Erudita y los Recursos Académicos (The Scholarly Publishing and Academic Resources Coalition, SPARC), que busca patrocinar revistas paralelas para rivalizar con las tradicionales, vendiendo las suscripciones a precio de costo en los países desarrollados y ofreciendo completo acceso gratuito a las universidades y centros de investigación de los países en desarrollo (http://www.arl.org/sparc/home/index.asp?page=0). Esta política la sigue la Sociedad Electrónica para las Ciencias Sociales (ELSSS, por la sigla en inglés) que pronto pondrá en la red el seriado Review of Economic Theory aplicando ese sistema de suscripciones (http://www.elsss.org.uk). Por otro lado, la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios e Instituciones (International Federation of Library Associations and Institutions, IFLA), tiene en agenda para su reunión de Berlín, en agosto de 2003, la aprobación de un manifiesto de apoyo irrestricto al acceso abierto, la revisión de artículos para revistas por colegas, auto-archivo y temas afines. En el proyectado texto de esa declaración, la IFLA favorece singularmente a la ciencia y a los científicos de los países en desarrollo, al abogar por mecanismos que den facilidades para la publicación de su literatura científica cualificada, lo mismo que demanda acciones para que se les proporcione el tan reclamado acceso gratuito a los materiales científicos de cualquier origen que estén disponibles en Internet (Byrne 2003). Por último, pero de mucha más importancia, está la Iniciativa de Acceso Abierto, a la cual nos referiremos más adelante. En síntesis, lo que se busca es utilizar un medio de publicación globalizado y más barato para democratizar la ciencia que corrientemenmte se difunde a través de la publicación periódica. Devolver la ciencia a los científicos, dice el muy apropiado lema de SPARC.
La aplicación de las tecnologías de la Internet a la comunicación científica, desde el cierre del siglo XX, ha despertado en el mundo desarrollado, y en general a nivel global, toda suerte de expectativas y retos. La literatura al respecto es ya muy abundante y nadie disputa sobre la importancia que tiene esta rápida evolución de la comunicación erudita (Odlyzko 2002). Ni más ni menos, se trata de la adaptación de la revista científica a las nuevas condiciones de la Era de la Información, esencialmente en términos de la rápida difusión de todo lo que sea de interés social -- y la ciencia ciertamente lo es -- y de que esa información llegue libremente a quien la desee conocer y utilizar. Y está visto que esas dos condiciones se pueden cumplir idealmente en un medio de comunicación ya tan globalizado y casi popular como lo es Internet. Para las revistas científicas, como para otros vehículos de información, ya está lejos de ser una utopía hablar de la era post-Gutenberg (Harnad and Hemus 1997). Se plantea, incluso, que en el futuro próximo --más próximo de lo que parece, por no decir ya -- lo que no aparezca publicado en la red permanecerá desconocido, como si fuese invisible (Lawrence 2001).
El debate sobre los pro y contra de la utilización de Internet para la comunicación científica -- lo mismo que para la educación formal universitaria -- ya pasaron de la simple retórica y la especulación a los hechos concretos. Un número creciente de revistas ya tienen disponible en red una versión electrónica. Incluso las hay, y de muy buena calidad y crecientes en número, que son de consulta gratuita. Pero, en general, todavía si uno quiere leer un artículo en el website de prestigiosas revistas, incluidas las geográficas más famosas, deberá disponer de una clave secreta -- cuya adquisición cuesta tanto dinero como la suscripción a la versión escrita. A menos que se trate del acceso condicional a las páginas licenciadas a una universidad o centro de investigación -- licencia pagada por la institución, por supuesto -- cuya restricción solo es superable por contraseña, que se entrega a profesores y estudiantes con matrícula debidamente renovada en la institución suscriptora.
Este modalidad, que simplemente es la adaptación del estilo secular de comunicación científica por suscripción onerosa, está bajo cuestionamiento. En primer lugar, se arguye que todo el material publicable es generado por la investigación científica, que en los países avanzados es financiada directa o indirectamente por los contribuyentes. En sana lógica, éstos no tienen por qué pagar nuevamente por leer y utilizar los informes de esas investigaciones. Sabido es, por lo demás, que el autor o autores de un trabajo científico publicable en un medio periódico no reciben paga alguna (por el contrario, es frecuente la práctica según la cual la institución a la cual el autor esté afiliado tenga que pagar al publicista por el servicio de difundir esa producción erudita). Y se cuestiona, por otra parte, que la información científica se retarde a veces más de un año en turnos de publicación, después de que un artículo ha sido formalmente aceptado tras el proceso de revisión por referees. Por esa razón, y ahí entra otra vez Internet, se reclama ahora -- y ya hay desarrollos concretos sobre el particular -- la práctica del auto-archivo en red, mediante el cual todo artículo enviado para publicación es puesto para consulta abierta, desde la versión original, hasta la revisada y definitivamente aceptada para difusión impresa en papel o en red por suscripción paga. El auto-archivo significa publicación oportuna en red, que puede ser para siempre y gratuita, lo cual obviamente no es del agrado de los publicistas convencionales (Harnad 2001). Éstos, por cierto, ya han empezado a utilizar esta política de actualización continua, publicando el abstract de los artículos en proceso de revisión, pero no el texto completo. Para acceder a este material completo en red, se requiere la clave de usuario suscriptor de la versión electrónica de la revista. No obstante, la práctica del auto-archivo, en repositorios institucionales o en páginas electrónicas personales, de seguro se generalizará pronto. "Estoy convencido -- decía en estos días el último autor citado -- de que auto-archivar es el curso más rápido y seguro hacia acceso abierto universal. Solo me resta persuadir también a los autores de que ello es así!" (Harnad 2003; cf., para mayor información, el sitio: http://www.ecs.soton.ac.uk/~harnad/Temp/unto-others.html).
Con esta línea de pensamiento, en diciembre 1-2 del 2001 se efectuó en Budapest una reunión convocada por el Instituto de la Sociedad Abierta (Open Society Institute). El propósito era examinar alternativas para democratizar la información científica a través de la Internet. Esa reunión produjo la declaración de la Iniciativa del Acceso Abierto (Budapest Open Access Initiative, BOAI), suscrita el 14 de febrero de 2002 por representantes de universidades, institutos de investigación e individuos de diferentes regiones del mundo (http://www.soros.org/openaccess/read.shtml). En esta misma revista se publica la versión castellana de la Iniciativa. A ella han adherido luego numerosas entidades y personas, incluido el publicista de GeoTrópico. La biología y las disciplinas médicas han recibido impulso sustantivo para la fundación de revistas científicas electrónicas del modelo promovido por BOAI, varias ya disponibles para consulta totalmente gratuita (www.biomedcentral.com/).
Si hay un escenario en donde la filosofía BOAI tiene plena razón de aplicación es en los países menos desarrollados del mundo. Para empezar, en estas regiones el avance científico se retrasa endémicamente, entre otras razones, por la inaccesibilidad generalizada a la información de avanzada en ciencia. Simplemente, para las universidades públicas e institutos de investigación de estos países es imposible pagar las altas tarifas de suscripción de las revistas norteamericanas y europeas. Cuando los recursos bibliográficos para la investigación llegan a ser medianamente aceptables en algunos centros especializados, generalmente con participación norteamericana o europea (e.g. el Centro Internacional de Agricultura Tropical, CIAT, en Cali, Colombia), solo se puede hablar de una privilegiada y envidiable excepción. En muchas universidades privadas, otras motivaciones y destino acaparan las abultadas ganancias que restan de lo que miles de estudiantes pagan por una formación facilista y comercializada, con la salvedad de bien sabidas y honrosas excepciones, que sí invierten lo que más pueden en nuevos libros y revistas. Y en lo que a los propios docentes e investigadores se refiere, como individuos, muy poco es lo que de ellos se puede esperar en actualización y práctica científica basadas en seriados por suscripción personal. Si un científico puede afiliarse a una asociación o grupo de alcance mundial en su especialidad, que le de acceso a una o dos publicaciones seriadas, no puede ni pensar en otras, si es que quiere sustraer unos pocos dólares más de su salario exiguo para comprar un par de libros por año. Pero, otra vez, estas son excepciones.
Si de alguna manera los científicos de estos países logran superar obstáculos y hacen investigación que pueda generar material publicable, difícilmente pueden competir con sus colegas del mundo desarrollado en el proceso de selección para publicar en las revistas de más prestigio. La alternativa, representada por las revistas domésticas impresas en papel en América Latina y África, es muy limitada y en general poco estimulante y de bajo impacto. Solo excepcionalmente se encuentran publicaciones de algún reconocimiento internacional, cuya selección de materiales sea fruto de revisión rigurosa y que sean indexadas. Los altos costos de publicación, problemas de distribución (ventas mínimas) y lo escaso de la producción científica aceptable, generan en estas regiones, entre otras cosas, algunas de las tasas más altas de mortalidad de seriados.
Parecería, entonces, que la Internet puede ser en definitiva la alternativa viable de despegue para la publicación científica seriada en los países en desarrollo. Una publicación difundida a través del medio electrónico puede alcanzar audiencias internacionales en estas regiones -- y en el ámbito global, también -- así como alimentarse de la producción científica no de un solo país sino de toda una región. Por otro lado, la contribución de colegas del mundo desarrollado, que tienen intereses de investigación y estudio en estos países, bien puede ser un factor de adicional buen presagio que estimule al científico vernáculo a investigar y a escribir para publicación.
Pero es necesario insistir en que la introducción de la revista científica electrónica en el mundo en desarrollo impone crear desde el comienzo una cultura editorial que reúna dos condiciones básicas. Primero, la práctica de la selección rigurosa de materiales publicables por evaluación de pares académicos, que asegure la calidad suficiente para que estas publicaciones puedan lograr un lugar respetable en el ámbito académico mundial. Y segundo, acceso libre a las publicaciones para cualquier explorador de la red. Hay que reconocer que si esta segunda condición es viable -- porque los costos de edición en estas regiones son comparativamente más bajos que en el mundo desarrollado, y porque obtener alguna ayuda financiera no es del todo imposible para buenos proyectos -- la producción de materiales aceptables para publicación, al contrario, puede ser un factor limitante difícil de vencer.
La fuente de donde debería esperarse la alimentación de las revistas científicas, la universidad, solo de manera muy restringida cumple tal función en nuestro entorno académico. No es el objeto de este escrito analizar las razones estructurales que puedan explicar tal circunstancia, pero si valdría la pena que en el mundo subdesarrollado -- y aquí si que no se puede esquivar con eufemismos la condición -- la universidad adoptase algunas exigencias que garanticen la tenencia de puesto al estamento profesoral. Ni más ni menos, se trata de promover una cultura del publish or perish, pero con un publicar de calidad erudita. Estamos ciertos de que es a la universidad, más que a otras instituciones generadoras de cambio, a la que corresponde contribuir en estas regiones a romper las ataduras del atraso. Empezando por ellas mismas, sin duda. Y en muchos casos eso ya se está haciendo. Pero, infortunadamente, la persistencia de la mediocridad docente y la lamentable calidad del producto, representado por cientos de miles de profesionales mal formados, pueden restar trascendencia a las excepciones y particularismos contrarios.
La geografía es, en general, una carrera académica nueva en el reino tropical. A través del tiempo, desde la colonización europea, estos países fueron privilegiados como sujetos de estudio geográfico. Algunos de los mejores geógrafos europeos o norteamericanos dedicaron mucho esfuerzo exploratorio, estudio sistemático y publicación a los países tropicales. Los nombres de Humboldt, Reclus y más recientememnte los de Sauer y Gourou, entre tantos otros, estarán por siempre asociados a la geografía tropical. Quién sabe, por otra parte, cuantas tesis y disertaciones doctorales han llenado los anaqueles de universidades situadas fuera del reino tórrido, desde cuando era costumbre que el geógrafo en formación hiciese una escogencia curricular de su propio país extranjero de especialización.
Ahora ha llegado el turno a los propios centros superiores de estudio de estas regiones para formar geógrafos. Las escuelas de geografía son aquí muy jóvenes, algunas apenas comenzando a constituirse. Podría decirse que carecen de los vicios que otras disciplinas han acumulado a través de los decenios. Por eso se debe ser optimista. Tienen con tal circunstancia la oportunidad de empezar bien. A enseñar bien a sus estudiantes, y a estimularlos para que desde el comienzo de su formación se involucren con esa función que es poco menos que obligada para el auténtico geógrafo: la investigación. La imagen del geógrafo, destilada y perpetuada por la historia, como la de un venerable explorador de tierras incógnitas, todavía puede inspirar vidas de estudio dedicado y tenaz que descuellen sobre el común. Los mundos que hoy tenemos por explorar y ayudar a comprender, y a mejorar, son los fabricados a diario por la inventiva y las decisiones humanas, más complejos que los prístinos naturales de antaño. En el ámbito tropical son también, por supuesto, dignos retos para comprometer el esfuerzo científico de los nuevos geógrafos.
GeoTrópico quiere alentar a la nueva generación a estudiar el espacio tropical con enfoques y actitudes científicas renovadas. La tecnología moderna, que en general está disponible casi dondequiera, puede hacer más fácil y estimulante esta tarea. Y esa misma tecnología pone a su disposición un medio muy rápido para difundir los resultados de aquel trabajo, y para multiplicar sus efectos y proyecciones. Ahora la disponibilidad de una alternativa de publicación como la que usa nuestra revista, como de seguro ocurrirá con nuevos órganos de difusión similares, puede ser uno de los buenos acicates para investigar y publicar. Una parafernalia electrónica diferente, en permanente proceso innovador, está ahí para que la falta de medios de información y de difusión del conocimiento no sean una excusa para no hacer cosas importantes. La brecha tecnológica a este respecto ya no existe. Y si bien la escasez de fondos puede seguir siendo obstáculo serio para la investigación y el estudio, es algo que muchos otros en otras partes del mundo y en circunstancias más precarias, han podido superar con voluntad y esfuerzo tozudo. Solo con tal actitud se podrá reducir la otra brecha, la científica, cuya perpetuación se apoya en mitos y complejos, como los que en mala hora se tejieron sobre el potencial de estas regiones como hábitat humano.
RESUMEN. La Era de la Información está incidiendo singularmente en la producción y la diseminación científica. La rápida evolución y perfeccionamiento de Internet ha abierto una revolucionaria alternativa a las publicaciones científicas seriadas, cuya versión convencional, la revista impresa en papel, ha sido poco menos que convertida en objeto de comercio, a precios prohibitivos, incluso para las bibliotecas e individuos de los países ricos. Pero las nuevas revistas electrónicas, de acceso gratuito, han empezado a retar los seriados convencionales de Estados Unidos y de otros países desarrollados. Y, por otra parte, nuevas prácticas de producción y diseminación más baratas de seriados eruditos, como la selección de materiales publicables por evaluación de referees, auto-archivo y acceso abierto, favorecidas por la generalización de Internet, ofrecen muy buenas perspectivas para el avance científico de los países en desarrollo. La alternativa es examinada en este editorial desde el punto de vista geográfico, dentro del contexto del mundo tropical.
Epígrafes: revistas geográficas - acceso abierto - auto-archivo - revisión por pares - Internet - reino tropical - subdesarrollo
Referencias Citadas
Harnad, Stevan. 2001. For whom the gate tolls. Documento web:
Harnad, Stevan; and Hemus, Matt (1997). All or none: No stable hybrid or half-way solutions for launching the learned periodical literature into the postGutenberg galaxy. In: Butterworth, I. ed. The impact of electronic publishing on the academic community. (London, Portland Press). 18-27. Versión electrónica, documento web:
Lawrence, Steve. 2001. Online or invisible. Nature, 411 (6837), 521. Documento web:
Odlyzko, Andrew. 2002. The rapid evolution of scholarly communication. Learned Publishing, 15 (1), 7-19.
Rucinque, Héctor F. 1996. La publicación seriada como factor esencial del desarrollo geográfico. Trimestre Geográfico [Bogotá], N° 16, 7-20.
*Autores
Jairo Durango-Vertel, geógrafo colombiano, Lic. C. Soc. (Universidad de Córdoba), M.Sc. (Programa de Estudios de Postgrado en Geografía, Proyecto UPTC-IGAC, Bogotá, 1991). Vicerrector Académico, Universidad de Córdoba, Montería, Colombia; Co-Editor, GEOTRÓPICO. jairodurango@hotmail.com