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Volumen 1     -     Número 1     -     Junio, 2003
Número 1(1)

Esta es la Edición Inaugural -- Volumen 1,  Número 1 --  de la revista electrónica GEOTRÓPICO. El Grupo GEOLAT, los Editores y los miembros del Consejo Editorial presentamos a la comunidad académica y científica  una cordial bienvenida a nuestras  páginas, y los invitamos a su consulta semestral.

____________________________________________________________



Artículo

Una mirada histórica sobre los estudios de redes
de ciudades y sistemas urbanos  (Parte I )        
  
Horacio Capel*
Universidad de Barcelona
         PARTE II        Versión Completa PDF                    
es una revista geográfica electrónica, semestral, de acceso totalmente libre, publicada por GEOLAT.


GeoTropico, a  free, online, semi-annual, peer-reviewed geographical  journal, is published by the  GeoLat  Group.

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Abstract.   Studies on city networks and urban hierarchies had been gaining increasing maturity throughout the first half of the 20th century, up to the 70s. This was true in geography as well as in other fields as economics and urban sociology. Christaller's 1933 contribution on central place theory was a breakthrough in support of these studies. His views were influential during the 1940s and played a definite role in advancing quantitative geography the following decade. Research on urban networks was particularly interesting from the stand point of regionalization considering the relationship between city systems and regional organization. The evolving process of those studies and the adding of new dimensions,  such as the use of the urban system concept of the 1960s, are examined in this article. The essay is also concerned with examining a whole new set of problems and research approaches, which closely induced changes in geographic theory and methodology since those years. The organization of city networks themselves, urban hierarchy and areas of city influence have been altogether transformed, along with the changing significance of proximity and economic and  social  changes  as  well.   The development of such new phenomena as multinuclear urban structures, megalopolises, metropolitan galaxies, the city-region, megacities or hypercities, all make it viable to think of a universal Pantopolis or ecumenopolis.   It is an entirely logical outcome of current urban transformations that studies dealing with city networks should be reconsidered. New reality is being constructed.   And new research themes are necessarily becoming the scholars' concern.
Key words:  city networks - urban systems - urban functions - urban hierarchy - urbanization - Spanish geography.

PARTE  I

En diciembre de 1975 Alberto Quintana presentó su tesis doctoral con el título El sistema urbano de Mallorca. La había estado elaborando con pasión en la primera mitad de los años setenta y se publicó póstumamente en 1979. Tal como se decía acertadamente en la presentación de la misma, dicha tesis "constituye una obra importante por su método, innovador en el contexto de la geografía española, y por su crítica epistemológica de la geografía dentro de la ciencia en general". En todo caso, ese trabajo refleja bien la manera como se abordaban estos estudios en aquellos años. Yo mismo había defendido tres años antes mi tesis sobre la estructura funcional de las ciudades españolas, y había ido publicando algunos trabajos, que son citados por él. Puedo hablar ahora de todos ellos, del suyo y de los míos. Y puedo hacer una valoración distanciada de los mismos, ya que me alejé durante casi veinte años de los estudios urbanos, y he vuelto no hace mucho a dichos temas.

En este artículo [1]   empezaré hablando de los estudios sobre las redes de ciudades, las jerarquías y los sistemas urbanos hasta los años 1970, aludiendo, especialmente, a los trabajos que fueron influyentes en la geografía española; trataré luego de los cambios que se han producido desde entonces y a los estudios actuales sobre estas cuestiones. Finalmente, en la conclusión miraremos de nuevo hacia la tesis de Alberto Quintana.

1.  El estudio de las redes de ciudades hasta los años 1970

Los estudios sobre la red urbana en geografía habían ido adquiriendo una gran madurez a lo largo de la primera mitad del siglo XX y hasta los años 1970. Existía ya una larga tradición que se remontaba en algunos temas (como el de las funciones urbanas) a finales del siglo XIX y en otros a las dos primeras décadas del XX. La línea de esas investigaciones estaba ya indicada en cierta manera en el debate sobre las relaciones ciudad-campo y en la obra de los autores clásicos de la geografía regional (Paul Vidal de La Blache, Raoul Blanchard y otros). En Alemania, Francia y países escandinavos los estudios sobre áreas de influencia adquirieron gran desarrollo, sobre todo a partir de las décadas de 1920, apoyados en una excelente base documental y estadística. De ello son exponentes a comienzos de los años 1930 los trabajos sobre áreas de influencia de diversas ciudades de uno y otro país, así como los referidos a isocronas y a desplazamientos laborales hacia algunas grandes ciudades.[2]   Algunos, como Robert E. Dickinson, geógrafo británico afincado en Estados Unidos, plantearon también a comienzos de 1930 el problema de la influencia de las áreas metropolitanas e interpretaban las funciones de dichas áreas "en relación con el carácter económico de las regiones que sirven".[3]

En España los trabajos sobre áreas de influencia urbana tuvieron un temprano desarrollo con las investigaciones de Pau Vila sobre las áreas comerciales en Cataluña, que se iniciaron con su interés por las divisiones comarcales y culminaron con los trabajos realizados en el marco de la Ponencia para la división territorial que impulsó la Generalitat de Catalunya a partir de 1931.[4]

En la sociología hubo también interés por estos temas, especialmente a partir de la constitución del núcleo de ecología humana de Chicago. En el marco de su preocupación por definir lo urbano, el maestro de la Escuela, Robert E. Park, dedicó en 1929 un artículo al área de influencia de la prensa desde la ciudad, en relación con la difusión de comportamientos urbanos. [5]   En dicho trabajo planteaba explícitamente -- a partir de un estudio de C. J. Galpin sobre la "anatomía social de una comunidad agrícola" --  el problema de la extensión de las áreas de influencia de los núcleos urbanos, que extendía el dominio cultural de éstos hasta las comunidades rurales, y el impacto de pautas de comportamiento que suavizaban o hacían desaparecer las diferencias ciudad-campo. A partir de ahí consideraba interesante estudiar dichas áreas para comprobar la difusión de comportamientos y actitudes típicas de lo que, más tarde, L. Wirth denominaría la "cultura urbana". La áreas de influencia comercial o "regiones mayores" coincidirían con estas áreas culturales ya que

los individuos van a la ciudad, como el rural va a la cabecera comarcal, no solo para comerciar sus productos o sus talentos, que podría ser el caso, sino también para encontrar a otros individuos y recibir  noticias.   Como fuente última de una cultura común está,  si se nos permite,  el lugar de mercado, allá donde esté, que ha sido y continúa siendo un centro cultural del territorio tributario.

Park consideraba que en los años anteriores los medios de transporte y comunicación habían ido ensanchando de forma importante las áreas de estos territorios tributarios, y estimaba que "el periódico ha suplantado al pregonero como agente de publicidad, pero no ha suplantado por entero al lugar del mercado como centro de noticias", concluyendo: "las noticias hacen los precios, así como el crédito, y el centro financiero está siempre en proximidad o muy cercano del núcleo de noticias".

Para él la circulación de la prensa, una vez cartografiada, permitía delimitar con gran precisión los límites del área comercial local, y medir la extensión y el grado de dependencia de las áreas suburbanas respecto de la ciudad principal. Dicha distribución podía ser "representada esquemáticamente en una sucesión de círculos concéntricos que definen una serie de zonas de circulación declinante", configurada por la multiplicación de los medios de transporte (desde la circulación fluvial y el ferrocarril al automóvil).[6]

Otra vía por la que los sociólogos llegaron a las áreas de influencia urbana fue la de la dominación urbana. Los trabajos de C. J. Galpin en los años 1910 estimularon numerosas investigaciones de sociólogos rurales interesados por el funcionamiento del comercio en la organización de la vida de las aldeas y pequeñas ciudades. [7]  En el ambiente positivista que dominaba en la Escuela de Chicago ese tema se convirtió en el problema de la dominación de las metrópolis y condujo, tal como haría Donal J. Bogue, a formular "la hipótesis metropolitana como problema de dominación ecológica":[8]

Un ejemplo de la ecología  vegetal  posiblemente  esclarezca el significado del término 'dominación'. Un solo árbol aislado en un campo tiene un control escasísismo sobre los tipos de plantas que crecen en ese mismo campo (...)  La situación sería muy distinta si el campo estuviera poblado con muchos árboles frondosos (...)   Los ecólogos han contribuido con una utilísima escala para clasificar los grados de dominio: dominantes, subdominantes, influyentes, subinfluyentes (...) Las comunidades de la trastierra pueden dividirse en cuatro grandes grupos correspondientes a estos cuatro niveles en el continuum de la dominación:

centros metropolitanos.....................dominantes
ciudades de la trastierrra...................subdominantes
poblaciones rurales agrícolas.............subinfluyentes
poblaciones rurales no agrícolas........influyentes

Desde la economía el estudio sobre áreas de influencia tuvo que ver con el interés por la atracción de los equipamientos comerciales existentes en las ciudades y la delimitación de áreas de mercado, lo que en varios países condujo a estudios que trataban de comprender el funcionamiento de la economía del comercio y a la delimitación de las áreas de influencia urbana. El interés por las áreas de abastecimiento de las ciudades, por el papel de éstas en la organización de la producción agraria regional, y por la complejidad funcional de los centros urbanos según su tamaño,   se fue desarrollando a la vez que se iniciaban estudios sobre  las  relaciones  comerciales  y  sobre  las  áreas de mercado de las ciudades. Publicaciones como el Market Data Handbook of theUnited States, editado por el Bureau of Foreign and Domestic Commerce, permitían realizar estudios detallados. En la Universidad de Chicago,  por ejemplo,  economistas y especialistas de la School of Commerce and Administration Studies in Bussiness Administration realizaron en ese sentido trabajos sobre las áreas de abastecimiento de Chicago en los años 1920 y 30, publicados en el Journal of Farm Economics [9]  a la vez que se editaban atlas comerciales y surgían propuestas para elaborar modelos sobre la extensión de las áreas de mercado, como el realizado por W. J. Reilly en 1931 basado en la teoría de la gravitación.

En 1933 la aportación del alemán Walter Christaller representó un avance decisivo en el planteamiento teórico de estos estudios. Analizando los centros de servicios de Alemania meridional y a partir del problema del tamaño,  número y distribución de los núcleos de poblamiento en el espacio, Christaller realizó un planteamiento deductivo [10]  que se explica en el contexto neopositivista ligado al Círculo de Viena,  el cual era muy influyente en la Alemania de esos años, como muestra también el impacto que tuvo en el pensamiento de Fred K. Schaefer.[11]

El enfoque de Christaller suponía dar un giro completo a la forma de plantear el problema. Tal como él mismo explica en su autobiografía, en lugar de seguir la metodología inductiva que era tradicional en ese momento en geografía, trató de formular una teoría "con una validez completamente independiente de lo que la realidad aparenta, pero válida sólo por virtud de su lógica". Dicha teoría debería ser entonces

confrontada con la realidad [para ver] en qué parte es explicada por ella y en qué aspectos la realidad no corresponde con la teoría (... )  Los hechos inexplicados deberán ser entonces clasificados utilizando los métodos geográficos e históricos porque implican resistencias condicionadas por razones personales, históricas y  naturales   -- factores todos que causan desviaciones en la teoría. Estos hechos no tienen nada que ver con la teoría en sí, y no pueden ser esgrimidos como pruebas contra la validez de la teoría. [12]

La obra de Christaller, solo tendría plena influencia durante los años de triunfo de la geografía cuantitativa, pero, bien directamente o a través de su presentación en el Congreso Internacional de Geografía de Amsterdam de 1938, fue pronto conocida e integrada en la bibliografía geográfica. Así lo muestra la cita que hizo de la misma el geógrafo norteamericano Edward Ullman en un artículo publicado en 1941 sobre la teoría de la localización de las ciudades.

En 1945 el trabajo de este mismo autor y de Chauncy D. Harris sobre "La naturaleza de las ciudades" destacaba que el soporte de las ciudades dependía de su área tributaria, y aceptaba la división entre las actividades que sirven meramente a la población de la ciudad y otras que constituyen la actividad fundamental de la misma y que justifican su existencia. Aceptando que el soporte de las ciudades dependía de su papel como suministradoras de bienes y servicios para otras áreas, se centraron en: a) las ciudades como lugares centrales que realizan servicios para el espacio circundante, y que están uniformemente distribuidas en el territorio; b) las ciudades de transporte, y especialmente las que suponen rupturas de carga; y c) las ciudades como puntos de concentración de servicios especializados.[13]

En el mundo anglosajón la influencia de los trabajos de Harris-Ullman y la de Christaller, directamente o a través de esos autores, era ya clara, aunque se utilizaban esencialmente sus resultados sobre la jerarquización de los lugares centrales, y no su enfoque deductivo, el cual solo se convertiría en un marco de referencia esencial en la nueva geografía teorética y cuantitativa [14]

En Francia los estudios de geografía urbana que se realizaron después de la segunda Guerra Mundial incorporaban ya el estudio de las funciones urbanas de ciudades especializadas y de las metrópolis de funciones múltiples, así como las cuestiones referentes a la ciudad en la región y la red de ciudades.[15]

A fines de los años 1940 el geógrafo Robert E. Dickinson sintetizaba el estado de la cuestión en el libro City, Region and Regionalism, que integraba las aportaciones que se habían ido haciendo en distintos campos de las ciencias sociales y del planeamiento.[16]  El autor recogía en su obra la tradición geográfica, pero también la de la ecología humana de Chicago, como el mismo subtítulo refleja (Una aproximación geográfica a la ecología humana). El libro estaba casi acabado cuando estalló la guerra mundial y su publicación quedó afectada por ella, retrasándose hasta 1947.

El objetivo principal de la obra era "analizar el papel representado por los distintos núcleos urbanos de población, pueblos, ciudades, capitales principales o secundarias; verdaderos centros canalizadores de la actividad y organización humanas al servicio del área circundante". El eco de las investigaciones de los morfólogos sociales franceses y de los ecólogos de Chicago, y en particular de Park, se refleja claramente en la frase que escribe a continuación de la antes citada: "Merced a la fuerza cohesiva que emana desde su centro, el área tributaria en cuestión adquiere tal grado de homogeneidad que bien se la puede considerar como una unidad social natural o un simple agrupamiento en el espacio de la comunidad";[17] también se dejaba sentir dicha influencia en muchos aspectos de la organización general de la obra, cuya parte quinta está significativamente dedicada a un tema muy tratado por los sociólogos: "Los distritos urbanos: el área natural"

Dickinson reconocía que el tema había sido objeto hasta entonces de limitada atención en Gran Bretaña, debido a la escasa cooperación e intercambio entre distintos especialistas. Aunque señala que el material fundamental que utiliza quedaba "un tanto al margen de la geografía", expresa también su intención de tratar dicho material desde el punto de vista de esta ciencia que, en su opinión, "debería prestar atención a los lugares mejor que a los hombres".   Estima  que  "al igual que en otras muchas cuestiones de la sociedad contemporánea, sería fútil y vano querer circunscribir los hechos solo a este campo, mediante límites arbitrariamente fijados de las distintas disciplinas", ya que  -- concluye -- "lo que importa es, ante todo, el problema". Una palabras que los geógrafos actuales harían bien en recordar en un momento en que tantos se obsesionan por los límites y las especificidades de la disciplina.

En los años 1950 los estudios sobre funciones y áreas de influencia se fueron generalizando tanto en el campo de la geografía como en el de la sociología. En la primera se realizaron numerosos trabajos sobre delimitación de comarcas urbanas a partir de indicadores diversos, entre los cuales la circulación de autobuses, los desplazamientos cotidianos en torno a las ciudades, el uso de los equipamientos comerciales y otros.[18]   Los sociólogos, por su parte, estudiaban las zonas de contacto entre las áreas de influencia de las capitales metropolitanas a partir de las preferencias de los consumidores, y las transformaciones de las áreas rurales satélites, entre otros temas.[19]  A partir de esos estudios se fue pasando al reconocimiento de la existencia de redes de ciudades.

Se fueron desarrollando también nuevas líneas de investigación, especialmente en Estados Unidos. Tal como aparece en una conocida antología, la de Harold M. Mayer y Clyde Kohn (1959), las grandes cuestiones consideradas -- y en las que se agrupan los trabajos seleccionados -- se refieren a la base económica de las ciudades (población básica, no básica, interrelaciones en la metrópolis), a la clasificación de las ciudades (clasificaciones funcionales, y de servicios), a las ciudades como lugares centrales (las ciudades como centros de servicios, la jerarquía urbana) y al tamaño y espaciamiento de las ciudades (modelos orden-tamaño, o rank-size, espaciamiento de las ciudades).

Al mismo tiempo, el estudio de la estructura de los asentamientos humanos condujo a algunos autores a utilizar el concepto de "unidad de hábitat", para designar a todos los puntos de concentración de la población sedentaria. La incorporación de los tipos de actividades realizadas en esas unidades conduce a una clasificación general que se extiende desde la casa rural aislada y la aldea más elemental hasta la metrópoli compleja.[20]  Los geógrafos polacos dedicaron en los años 1970 y 80 una gran atención a las redes de ciudades y los sistemas de poblamiento, bajo el impulso de K. Dziewonski [21]

La característica de la localización espacial de los asentamientos humanos tenía interés desde el punto de vista de la teoría y el análisis locacional, que se desarrolló con la geografía cuantitativa y que condujo la atención hacia la disposición espacial de los asentamientos, así como de otros fenómenos humanos. A partir de esta concepción, las cuestiones relativas a las localizaciones y la proximidad pasaron a convertirse en problemas especialmente relevantes. El libro de Peter Haggett sobre análisis locacional en geografía humana (Locational Analysis in Human Geography, 1965), contribuyó a difundir un enfoque geometrizante, que defendían paralelamente otros autores como William Bunge en su Theoretical Geography (1962) y David Harvey en Explanation in Geography (1969). La búsqueda del orden locacional se convirtió en uno de los aspectos centrales de la indagación geográfica.

Varias fases en el análisis realizado por Haggett se refieren a los nodos, las jerarquías y las áreas de influencia.[22]  Todo ello condujo al estudio de las redes, consideradas también por Peter Haggett y Richard J. Chorley desde una perspectiva positivista que permite analizar simultáneamente las redes físicas y humanas.[23]

En los años 1960 y 70 los nuevos enfoques se difundieron en la geografía universitaria del mundo anglosajón y aparecieron numerosos manuales que adoptaban la nueva geografía, realizados por geógrafos que habían efectuado investigaciones personales en esa dirección. Obras como las de Chorley y Haggett sobre los modelos en geografía, incluyendo los de poblamiento, y otras como las de Richard L. Morrill y la de Ronald F. Abler, [24]  entre muchas,  profundizaron en esa misma dirección.

Los nuevos enfoques no solo se utilizaron en la geografía universitaria sino que se difundieron asimismo a la enseñanza secundaria a partir de mediados de los años 1960.
En Gran Bretaña, una obra como la que elaboraron J. A. Everson y B.P. FitzGerald sobre las pautas de poblamiento [25]   es  una  prueba de las potencialidades que las nuevas perspectivas proporcionaban para una enseñanza activa de la nueva geografía. El libro se organiza de manera novedosa en forma de lecturas y ejercicios sobre localización de aldeas, configuración de distritos administrativos, nucleación y dispersión, población y rango, espaciamiento de núcleos de poblamiento, interacción de campos de influencia, organización de los lugares centrales, entre otros temas.

Como es sabido, la revolución cuantitativa se desarrolló esencialmente en el mundo anglosajón y tardó en difundirse en muchos países europeos. En Francia la poderosa tradición de la escuela geográfica se mantuvo con continuidad durante toda la década de los sesenta, y solo se vería afectada por la crisis universitaria producida por el mayo del 68. La figura de Pierre George dominaba en buena parte el panorama geográfico y los trabajos sobre redes de ciudades dirigidos por él fueron especialmente influyentes. Las obras de Michel Rochefort sobre L'organisation urbaine de l'Alsace (1960) y Raymond Dugrand sobre Villes et campagnes dans le Bas-Languedoc (1963) son representativas de un enfoque especialmente rico sobre lo que se denominó el armazón urbano (l'armature urbaine), es decir las redes de ciudades, su jerarquía y sus áreas de influencia.

En el caso de España desde finales de los años 1940, el magisterio de Manuel de Terán, y los trabajos realizados en Zaragoza desde finales de los años 1940 por iniciativa de José Manuel Casas Torres sobre mercados y áreas de influencia en diversas regiones españolas [26]   fueron introduciendo muchos de los temas y enfoques de la geografía europea y norteamericana. Además de los trabajos que realizó o dirigió Casas Torres sobre los mercados, en la revista Geographica, publicada en Zaragoza, se editaron varios estudios y bibliografías [27]  que difundieron lo esencial de la producción urbana del momento, a la vez que se impulsaba la traducción de la obra de R. E. Dickinson, que apareció en castellano en 1961.[28]

Armazón urbano y regionalización

Las investigaciones sobre redes urbanas tenían interés desde el punto de vista de la regionalización. El callejón sin salida a que habían llegado los estudios sobre regionalización (con la vacilación entre regiones naturales con distintos tipos de homogeneidad, regiones históricas y regiones administrativas) adquirió una nueva perspectiva cuando se incorporó el papel de la red urbana en la organización regional.

El trabajo de Etienne Juillard sobre "La region, essai de definition" (1962) fue en ese sentido muy significativo, y coincide con puntos de vista similares en el mundo anglosajón. Los estudios ya citados de M. Rochefort, R. Dugrand y otros iban en la misma dirección, como posteriormente lo harían también Bernard Kayser y otros. [29] En estas obras aparece de forma clara la relación entre el desarrollo de los estudios sobre redes de ciudades a partir de la geografía urbana, y los esfuerzos por reformular los estudios de geografía regional a partir de la incorporación de una dominante.[30]  El índice de la tesis de Dugrand muestra de forma bien clara las opciones metodológicas adoptadas (Cuadro 1).

Cuadro 1. El plan de la investigación de R. Dugrand. Un ejemplo de investigación sobre redes urbanas en la geografía francesa a comienzos de los años 1960
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El papel de las ciudades en la organización de la vida industrial
      La mediocridad de la vida industrial
Las capitales industriales
Los tipos de centros industriales y su distribución
II  El papel de las ciudades en la organización de la producción agrícola. La renta
    territorial urbana
La importancia de la propiedad territorial de los ciudadanos
La estructura interna de la propiedad ciudadana: propietarios pequeños y medios
La estructura interna de la propiedad ciudadana: Los grandes propietarios urbanos
Las áreas de influencia de la renta territorial urbana y los tipos de aglomeraciones
III.  La ciudad y la organización de la vida de relación
El papel de la ciudad en la expedición de los productos agrícolas
La distribución de los productos
El negocio de tránsito
Las ciudades y la organización de los servicios administrativos, sociales y bancarios
IV  La red urbana del Bajo Languedoc
Los tipos funcionales de aglomeraciones
La localización de las aglomeraciones. La red urbana
V.  La implantación de las estructuras económicas de la red urbana
La evolución de las estructuras de la renta territorial de origen ciudadano
La evolución de las estructuras industriales de origen urbano
La implantación de las redes bancarias y ferroviarias
VI.  Los problemas demográficos
   Primera parte: La evolución de las poblaciones
La antigüedad de la red urbana. El impulso demográfico del siglo XVIII
El armonioso desarrollo humano de la primera mitad del siglo XIX
El tiempo del triunfo vitícola y de las crisis urbanas (1851-1901)
El descenso demográfico (1901-1954)
  Segunda parte: La situación demográfica actual
Balances demográficos ciudadanos
Los movimientos migratorios (1946-1954)
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Fuente: Raymond 1963

En la conclusión el autor alude claramente a los problemas que plantea el parasistismo de la ciudad sobre el campo, que alcanza en la región estudiada un grado extremo.

Desprovistas cada día más de trabajo industrial, las ciudades, particularmente numerosas, no pueden esperar ya subsistir más que por extracciones crecientes a expensas de las regiones rurales que dominan. La ciudad, reparte, ordena, drena alrededor de sí, pero vive igualmente de la renta territorial que obtiene. La huella urbana está, pues, parcialmente constituida como en las huertas vecinas, por las actividades comerciales o administrativas pero se expresa más aun por medio de la apropiación directa del suelo.

Esa vinculación entre redes de ciudades y organización de la región aparece de manera simultánea en obras generales, como la de J. Beaujeu Garnier y G. Chabot publicada en 1963 y de la que hubo una edición española en 1970. Al igual que se había hecho en la obra del segundo de estos autores publicada quince años antes, toda una parte se dedica a "La ciudad en la región" y en ella se aborda la forma como las ciudades establecen sobre la región una tutela agrícola (propiedad, abastecimiento alimentario y de materias primas a la ciudad), comercial y financiera, industrial, administrativa, médica, cultural, política, religiosa y de ocio; a partir de todo ello se llega a la configuración de las áreas de influencia y la jerarquía urbana.[31]   Cuestiones que también aparecían en otras obras generales francesas que fueron pronto traducidas al castellano, como la que escribió sobre la organización del espacio Jean Labasse, un geógrafo que tenía una amplia experiencia en el campo de la banca y había hecho también una importante aportación al tema.[32]

De esta manera la jerarquía urbana estaba íntimamente ligada a la estructura regional, y las capitales tenían una función bien precisa en ella. El papel de las metrópolis regionales se consideró esencial para las políticas de desarrollo, en la línea de las teorías de François Perroux, y algunas fueron elegidas como polos de desarrollo en la planificación francesa y en los Planes españoles de los años 1960. Y muchas actividades estaban organizadas en relación con metrópolis regionales, desde las estructuras administrativas hasta las de los bancos y de numerosas empresas.

El desarrollo de las redes de ciudades era mayor en los países de antigua y densa urbanización y desarrollo económico. En otros casos, la complejidad y diversidad de los núcleos urbanos podía ser menor, y la organización regional podía estar constituida por un conjunto de células regionales poco articuladas entre sí, pero aun así las capitales metropolitanas podían tener un papel muy importante en la relación entre regiones, como ocurría en Brasil en los años 1950 y 60.[33]

2. La geografía urbana española de los años 1970 y la Tesis de Alberto Quintana

Los estudios sobre redes de ciudades en la España de los años 1970

Cuando yo emprendí la realización de mi tesis doctoral en el año 1964, en la Universidad de Murcia, conocía todos esos trabajos y, en concreto, estaba influido por las tesis doctorales de Michel Rochefort, de Raymond Dugrand, de Jean Delpuech y otros, que conocí gracias al profesor Vilá Valentí, hasta el punto de pensar en realizar una investigación sobre la red urbana de la región del Sureste de España. Un estudio sobre el área de influencia de Lorca [34]   continuó luego con un proyecto para estudiar a partir de una encuesta las áreas de influencia de los núcleos urbanos del Sureste, que no llegué a explotar, ya que, tras mi traslado a Barcelona en 1967, amplié el campo de la investigación al conjunto de la red urbana española.

En relación con ese cambio de énfasis, el tema de las funciones de las ciudades parecía entonces relevante. Se trata de un problema que tenía un origen antiguo, ya que la diversidad de funciones de las ciudades era habitualmente citada, como hemos visto, en todos los tratados sobre la materia, [35]  pero que en aquellos años estaba experimentando un cambio hacia los análisis de carácter cuantitativo.[36]

Dentro de esa línea me pareció importante examinar la evolución histórica de las funciones de las ciudades españolas y examinar el valor de diversos métodos de identificación funcional. Ese fue el origen de algunos trabajos que yo mismo realicé, explorando en las ciudades españolas la validez de varios métodos propuestos para el estudio de la estructura funcional de las ciudades. En esa dirección yo mismo apliqué el método de la desviación típica de H. J. Nelson al estudio de los municipios de más de 20.000 habitantes, [37]   y exploré en un trabajo colectivo [38]   la utilización del método de las dos tasas que había usado Philippe Pinchemel en Le fait urbain en France. También exploré la bibliografía internacional sobre el modelo de la base económica urbana, [39]   la validez del modelo orden-tamaño, [40]   las dimensiones básicas de los sistemas urbanos, [41]   a la vez que orientaba otros trabajos para el estudio de las funciones de las ciudades españolas en 1900 [42]   y en 1950 para los municipios de 10.000 a 20.000 habitantes.[43]

Otra línea de trabajo tenía que ver con el estudio de las áreas de influencia de las ciudades españolas. El interés de este tipo de investigaciones sobre áreas de mercado explica que no solo los geógrafos sino también organismos e instituciones económicas y financieras se preocuparan de elaborar estudios de ese tipo usando una metodología puesta a punto en las décadas anteriores. El Atlas Comercial de España elaborado por el Consejo de Cámaras de Comercio e Industria en 1963 y los estudios de Banesto sobre el mercado español proporcionaban un primer panorama de las áreas de mercado.[44]   Las áreas de influencia se veían también afectadas por decisiones como la nueva demarcación judicial española.[45] Empezamos a estudiar las áreas de influencia de Barcelona orientando trabajos a estudiantes de geografía, algunos de los cuales efectivamente se finalizaron y pudieron publicarse. Entre ellos los referentes al abastecimiento de alimentos; [46]   el área de procedencia de los estudiantes universitarios, [47]   la de los enfermos que acuden a las grandes clínicas de las capitales metropolitanas, [48]   o el papel de la propiedad rústica como factor de jerarquización urbana. [49]

Paralelamente, y de forma independiente, en la Universidad Autónoma de Barcelona Enric Lluch abordaba la tarea de reexaminar los trabajos de Pau Vila y el dinamismo de las áreas de influencia identificadas por él en la década de 1930 y emprendía un ambicioso programa de trabajo  que sería continuado luego por otros profesores de esa universidad. [50]   A través de Robert Ferras, que realizaba entonces su tesis sobre Barcelona, Enric Lluch, Eugenio Giral y yo mismo nos integramos en un grupo de investigación para el estudio comparado de las estructuras territoriales del Midi francés y Cataluña, el cual dio lugar a interesantes debates y a una serie de publicaciones  individuales y colectivas.[51]   También en aquellos años, la revisión del plan de ordenación urbana de Barcelona despertó asimismo el interés por la organización del "sistema urbano barcelonés".[52]

La elaboración de mi tesis doctoral se retrasó más de lo que debía por las obligaciones académicas que imponía la organización en aquellos años de los nuevos estudios de geografía en la Universidad de Barcelona. Finalmente se presentó en 1972. En el momento en que la defendí yo era consciente de que había muchas cosas que tenían que modificarse. Pero las tesis han de acabarse y así lo hice, aunque en mi caso, recuerdo bien que en mi presentación puse énfasis tanto en lo que se aportaba como en lo que yo mismo percibía que podía realizarse para complementarla. La tesis se centró en el análisis de los municipios españoles de más de 10.000 habitantes (un total de 403 en 1950 y de 421 en 1960). Utilizando diversos métodos antes explorados analizaba las diferentes funciones que era posible reconocer con los datos estadísticos disponibles, y se identificó la existencia de varios tipos de municipios urbanos.[53]

La red urbana española de 1960 no se había visto todavía afectada por los grandes cambios que introdujo una década de fuerte desarrollo económico. No todos los municipios de más de 10.000 habitantes eran propiamente urbanos; algunos tenían una gran extensión y al examinar el "grado de urbanización" de los mismos era posible distinguir varios tipos, desde los "municipios muy urbanizados" y los "bastante urbanizados" hasta los "urbanizados pero con débil población activa urbana" y los "municipios de débil urbanización relativa", entre otros. También aparecieron un grupo especial al que denominé "villas agrícolas", que tenían una concentración muy fuerte en la capital, pero una elevada población activa agraria (un total de 83 municipios en 1950 y todavía 28 en 1960). En cuanto a las funciones urbanas, pude reconocer una serie de especializaciones funcionales a partir de los datos que facilitaba el censo de la población sobre la "población activa ocupada según los establecimientos en que trabaja".

Paralelamente las redes de ciudades y la jerarquías urbanas eran también estudiadas por otros geógrafos españoles. En el círculo del Profesor Casas Torres, trasladado de Zaragoza a Madrid en 1971, se fueron también realizando investigaciones que continuaban las que se habían emprendido en la primera ciudad sobre áreas de mercado y que habían recibido en los años 1960 un estímulo con los encargos relacionados con la elaboración de los Planes de Desarrollo en España. Entre los geógrafos ligados a ese grupo Vicente Bielza de Ory estudiaba la jerarquía urbana de las ciudades navarras.[54]    En Madrid José Estébanez había comenzado el estudio de las jerarquías funcionales en diversas provincias españolas, [55]   y  José María Sanz García  estudiaba  los  mercados  y  las cabeceras de comarca [56] y luego la geografía del capital.[57]   En Navarra Manuel Ferrer Regales y Andrés Precedo diseñaban ya en la primera mitad de los años 1970 un ambicioso programa de investigación que ha continuado hasta nuestros días. [58]

Al mismo tiempo, bajo la dirección del profesor Manuel de Terán se fueron realizando también diversas tesis doctorales que culminarían en la segunda mitad de la década de 1970.   Puede  señalarse entre ellas la de Lorenzo López Trigal sobre la red urbana de León, [59]   un  estudio  que  sin  duda  se  había  iniciado con un enfoque regional pero incorporaba las redes urbanas como elemento organizador, y en el que el estudio de la estructura funcional y la jerarquía de los lugares centrales así como de las áreas de influencia de los mismos está muy bien realizado; en su prólogo el profesor Manuel de Terán consideraba que los estudios sobre los lugares centrales y las redes urbanas constituían "una reciente pero ya consolidada orientación de la geografía humana regional", y consideraba que podía hablarse de redes urbanas en territorios relativamente pequeños, de población poco densa y de economía poco desarrollada, aunque no fueran redes urbanas maduras y sí redes urbanas en esbozo, "sin pretender, claro está, una rigurosa aportación del conocido modelo jerarquico de Christaller". El profesor Terán expresaba ante ese enfoque deductivo de Christaller las mismas reticencias que mostraba Orlando Ribeiro en un artículo que se publicó en la Revista de Geografía de Barcelona. [60]

De una manera similar a como lo habían hecho algunos españoles [61]  --   y,  desde otra perspectiva, geógrafos norteamericanos [62]  --   el análisis funcional se aplicó también a la estructura del espacio interno de la ciudad. En la Universidad de Valencia, María Jesús Teixidor de Otto iniciaba su tesis doctoral con un estudio general de las funciones urbanas al que seguía el análisis del impacto y localización de las funciones comerciales, de servicios e industriales en la ciudad, antes de considerar la evolución urbana y la organización de la ciudad actual. [63]

No solo los geógrafos se aproximaban a esos temas. En España sociólogos como Juan Díez Nicolás emprendieron asimismo el estudio de la especialización funcional de las ciuddes españolas, en la línea de los estudios sobre dominación urbana típicos, como hemos visto, de la sociología norteamericana.[64]

El estudio de las funciones, la jerarquía urbana, las áreas de influencia y eventualmente los lugares centrales era por aquellos años también frecuente en otros países. En Francia los estudios alcanzaban una gran difusión y calidad y geógrafos franceses organizaron importantes coloquios internacionales, entre los cuales podemos citar el dedicado a la regionalización del espacio en Brasil (1968) y al crecimiento urbano en Africa Austral (1972), [65]    y realizaban o impulsaban estudios en diversos países de América y África, [66]   a  la  vez  que  prestaban  atención a la estructura funcional de diferentes tipos de ciudades, como las pequeñas y medias. [67]    En Portugal Jorge Gaspar realizó su tesis doctoral sobre el área urbana de Evora (1972). En Italia Giuseppe Dematteis o Francesco Adamo, entre otros, realizaban asimismo importantes contribuciones al estudio de este problema, [68]   con perspectivas que incorporaban a veces la dimensión histórica y que podían prestar atención asimismo a la incidencia de las diferentes funciones en la organización interna del espacio urbano.

Todo ese es el contexto en el que se elaboró la tesis doctoral de Alberto Quintana, defendida en diciembre de 1975 y publicada cuatro años después. La lectura hoy de su introducción resulta ilustrativa del ambiente en que se realizó, un contexto en el que los enfoques tradicionales se veían afectados por los nuevos que llegaban desde la geografía cuantitativa y, casi al mismo tiempo, de la geografía "radical".

El trabajo era ambicioso no solo por la aportación específica sobre Mallorca, sino por su voluntad de contribuir a la renovación de la geografía española. Alberto Quintana realizó una excelente investigación que rebasa ampliamente el objetivo específico que se había propuesto, ya que reune una cantidad enorme de informaciones sobre la isla. En lo que se refiere al estudio específico de la red es significativo que decidiera explorar el valor de diferentes métodos de análisis y utilizar tres diferentes (el método de la desviación estándar, el de las dos tasas, que considera complementarios, y un índice funcional que establece una síntesis entre los dos anteriores).[69]   Estos índices los aplica al análisis de trece funciones urbanas  que  en  buena  parte vienen determinadas por las estadísticas censales disponibles. El análisis se extiende a los datos demográficos,  económicos y urbanísticos  (por ejemplo, del suelo urbano por municipios)  y finaliza con una presentación del conjunto del sistema urbano de Mallorca, en el que reconoce seis tipos de ciudades.

La revolución cuantitativa y el sistema urbano

En 1970 el impacto de la revolución cuantitativa se había dejado sentir también en otros aspectos. Lo que hasta entonces eran redes de ciudades, áreas de influencias y jerarquías, empiezan a considerarse como sistemas urbanos. El énfasis en la totalidad y en las interacciones conducía fácilmente a la utilización del concepto de sistema. En 1964 Brian J. L. Berry introdujo el concepto de sistema urbano en un artículo sobre "las ciudades como sistemas dentro de sistemas de ciudades". Berry hizo una elegante aplicación de la teoría de los sistemas a los sistemas urbanos:

Un sistema es un conjunto de objetos (por ejemplo, centros urbanos), características de dichos objetos (población, establecimientos, tipos de empresas, tráfico generado), interrealaciones entre los objetos (asentamientos de los centros inferiores en los lugares intermedios, distribución espacial uniforme en cualquer nivel dado) y entre las características (los gráficos de relaciones logarítmicas) e interdependencias entre los objetos y las características (la jerarquía de los lugares centrales).[70]

Esta aproximación se aplicó a las regiones con sus redes de centros urbanos que poseían funciones diversas con relaciones e interacciones entre sí.

A comienzos de los años 1970 eso se refleja en interesantes trabajos sobre la energía, los flujos, la organización y la entropía de los sistemas urbanos, y dieron lugar a esfuerzos por interpretar descubrimientos empíricos, como el del orden-tamaño, desde la perspectiva de la teoría de sistemas.

El término sistema urbano se utilizó algunas veces con entera propiedad, con el propósito consciente de utilizar los conceptos de la teoría general de los sistemas. Pero en muchas ocasiones se trataba de una simple modernización terminológica, o una simple metáfora, ya que no se realizaba propiamente la aplicación de la teoría de sistemas. Pero la  expresión hizo fortuna y fue muy utilizada en los años 1970.[71]
         A  PARTE  II
Notas

[1] Texto de la conferencia pronunciada por el autor en el Coloquio "La ciudad y el territorio en el tránsito al siglo XXI. In memoriam Alberto Quintana (1949-1978) en el 25º aniversario de su muerte. XI Seminario de Historia Económica, Universidad de las Islas Baleares, 27-28 de marzo de 2003", Societat Geogràfica de les Illes Balears, Grupo de Estudios de Historia Económica de la UIB, Palma de Mallorca.
[2] Que el lector español puede encontrar citados en Chabot 1948, ed. 1972, p. 151 y ss, y en Dickinson, 1961, p. 226 y ss; En Alemania, los realizados hasta 1935 fueron sistematizador por H. Schrepfer. Ueber Wirtschaftsgebiete und ihre Bedeutung für die Wirtschaftsgeographie.   Geographische Wochenscrift, nº 21-22, 1935 (cit. por Dickinson p. 226); entre los realizados en la década de 1930 destacan los de G. Chabot sobre las zonas de influencia de Lyon y el de  W. Hartke sobre desplazamientos a Frankfurt, 1938.
[3] Dickinson 1934, ed. 1974.
[4] Vila 1931 y 1977, Generalitat de Catalunya 1933, Conselleria d'Economia 1937, Nel.lo i Lluch 1983, 1984.
[5] Park 1929; en Theodorson 1974, vol. I.
[6] Park ed. 1974 vol. I, p. 390.
[7] Referencias en Ullman 1941, que destaca la importancia de los trabajos de C. J. Galpin.
[8] Bogue 1949; la cita en ed. 1974, I, p. 351-356.
[9] Pueden verse citas concretas en Dickinson, ed. 1961, p.258 y ss.
[10] Christaller 1933, ed. 1966.
[11] Schaefer (1953), ed. 1971.
[12] Christaller 1933, ed. 1966, p. 1-7; y Berry 1970.
[13] Ullman & Harris 1945, ed.1959; este último autor había publicado en 1940 un influyente estudio sobre Salt Lake City (Dickinson 1961, p. 217 ss.).
[14] Capel 1971, y Capel 1981. Sobre el impacto de la teoría de los lugares centrales en la geografía de los años 1950 y 60 véase Carter 1983, cap. 5 ("La jerarquización de ciudades y la delimitación de esferas de influencia") y 6 ("Algunos problemas relacionados con la teoría del lugar central y la distribución de las ciudades"; en éste se trata de estudios realizados en la línea tradicional pero con referencia explícita a la teoría de los lugares centrales. Una buen exposición de la teoría en Berry 1967, ed. 1972. Una bibliografía importante para los geógrafos cuantitativos fue la de Berry & Pred 1961. La comprobación de la teoría en situaciones no isotrópicas en Getis 1963. Las críticas a la teoría desde la geografía regional clásica en Ribeiro 1972.
[15] Temas tratados todos en Chabot 1948 (ed. 1972); las funciones consideradas fueron las militar, comercial, industrial, sanatoriales y de esparcimiento, así como los centros espirituales y las capitales administrativas.
[16] Dickinson 1947, trad. cast. 1961.
[17] Dickinson 1947, ed. 1961, p. 9.
[18] Ejemplos de ello pueden ser los trabajos de F. H.W.Green 1950, Mac Gregor 1953 y H. L. Green 1955.
[19] Por ejemplo, Zimmer & Hawley 1956, y Martin 1957; véase también Theodorson 1974, II, p. 315-320.
[20] Malisz 1972; en Capel 1975.
[21] Dziewonski 1967 y 1984; otras referencias en Ferrer 1992.
[22] Haggett 1965, ed, 1976.
[23] Haggett & Chorley, 1969.
[24] Chorley & Haggett e. 1971, Abler, Adams & Gould 1971, Morril 1974.
[25] Everson & FitzGerald Settlement patterns, 1969.
[26] Casas Torres y Abascal Garayoa 1948, Casas Torres y Miralbés Bedera 1974, entre otros dirigidos por él.
[27] Como las Peter Schöller 1954 y Denis Szabo 1959.
[28] Dickinson 1947, trad. cast. 1961.
[29] Kayser, en George y Kayser 1966.
[30] Reynaud 1976, además del trabajo de B. Kayser citado en nota anterior.
[31] Beaujeu Garnier et Chabot 1963, ed. 1970.
[32] Labasse 1955; y 1973.
[33] Tal como se señaló en el coloquio sobre la regionalización (Regionalisation 1970, una valoración de este Seminario en Capel 1969) y recientemente por Lobato Corrêa 2001; una bibliografía sobre las aportaciones de este autor, que recientemente ha recibido el Premio Internacional de Geocrítica 2003, en http://www.ub.es/geocritc5-pgi.htm
[34] Capel 1964 y 1968.
[35] Y no solo en manuales generales, sino también en Tesis doctorales de carácter regional y urbano, como en España la de Joaquín Bosque Maurel sobre la ciudad de Granada (1962) la cual dedica toda una parte, a las funciones urbanas de la ciudad, incluyendo "la función regional", todo ello desde la perspectiva del impacto de estas funciones en la organización del espacio urbano y su morfología, y acaba con una conclusión sobre "La región urbana andaluza".
[36] La historia de todo ello en Capel 1972.
[37] Capel 1968.
[38] Capel, Batllori y Tatjer 1970.
[39] Capel 1969.
[40] Capel 1970.
[41] Capel 1972.
[42] Estalella y Gubern 1970.
[43] Majoral y Serrat 1970.
[44] Fontana Tarrats 1963; comentario en Capel 1968.
[45] Capel 1968.
[46] En concreto de pescado, Castejón y Sanz 1970; sobre ello había ya un valioso trabajo de A. López Gómez acerca de Madrid, 1953.
[47] Tatjer 1970 y 1971; un estudio sobre Salamanca, Cabo Alonso 1967.
[48] Equipo Urbano 1971.
[49] Estalella 1973.
[50] Lluch, Giral y otros 1968.
[51] Remica, varios años, y Capel 1975.
[52] Sistema 1970.
[53] Capel 1973.
[54] Bielza de Ory 1968.
[55] Estébanez 1972 y 1974.
[56] Sanz García 1971.
[57] Sanz García 1975.
[58] Ferrer Regales 1972 y ss, Precedo Ledo 1976 y ss.; una bibliografía de estos trabajos en Precedo Ledo 1988 y en Ferrer 1992,
[59] López Trigal 1979
[60] Ribeiro 1972.
[61] Como el profesor Bosque Maurel, citado en nota 34.
[62] Entre ellos Brian Berry,
[63] Teixidor de Otto 1976.
[64] Diez Nicolás 1972.
[65] Regionalisation 1971, Croissance 1972.
[66] Rochefort 1971 y 1972, Cotten et Marguerat 1977,
[67] Laborie 1976.
[68] Dematteis, Adamo 1974.
[69] Quintana Peñuela, 1979, p. 41-46.
[70] Berry, 1967, ed. 1971, p. 99.
[71] Yo mismo la empleé para dar título a la edición de una colección de artículos (Capel 1974) y fue usada también por Adamo (1974) y otros autores.


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Correspondencia:   Dr. Horacio Capel Sáez, Departamento de Geografía Humana, Facultad de Geografía e Historia, Universidad de Barcelona,Calle Baldiri Reixac s/n, 08028, Barcelona, España  hcapel@ub.edu


* Autor

El Profesor Horacio Capel Sáez es uno de los más destacados e internacionalmente conocidos geógrafos españoles.   A  pesar  de  sus múltiples ocupaciones académicas,  entre las cuales dirigir el portal de  GeoCrítica no es la menos dispendiosa,  él no vaciló un momento en prestar  su asesoría en el Consejo Editor de GeoTrópico,  y presentar una importante contribución para este primer número.



               Contenido del Número ActualTope de Parte I           A Parte II
ISSN 1692-0791


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