I
Con melena de León el sol avanza
sus ígneas manos a la comba tierra,
caricia de oro, comunión nupcial.
La cintura oceánica recibe
el fuego genitor en sus entrañas
bocas de fuego cantan, Guananí,
Cuba, la gran familia caribeña,
África tropical, nuestra Guajira
las llanuras del fértil Orinoco,
todo el poema sísmico de Méjico,
el sonoro collar de la Oceanía.
Y el sol regando sus esporas rubias,
sus mariposas místicas de Muzo.
Todo fundido en la fogosa ola
de la pasión solar por la cintura
tórrida de la tierra y del Océano
que canta el himno al cósmico himeneo.
Esa es tu patria, el Trópico.
Fecundo bajo el viril arado
donde las razas del sudor esclavas
del coco y del cacao y de la caña
y la caricia loca del tabaco,
al viento sus nostalgias van silbando,
tamborileando en danzas por las selvas.
Y el sol y el Océano
agitan el crisol, la raza cósmica.
Y otra vez en el trópico
-- semillero de luz --
renace el hombre.
II
Hay en el cielo un cinturón de estrellas
que a los ritos del sol hacen el coro
en musical desfile van la Virgen,
el Cangrejo, los Peces, Capricornio,
el León, la Balanza, Sagitario,
en contradanza y santo contrapunto,
el Toro, y el Carnero, los Gemelos,
el Escorpión y mi nativo Acuario.
Como un espejo en el celeste abismo
la riqueza del trópico terrestre
subliman en su mística teoría.
¿Dime, sol, quién me guía en medio de la noche celeste?
Han llegado del trópico a mi canto
susurros del infierno disfrazado
con los veintiún botones pitagóricos.
Debajo de floridos cafetales
hierven embravecidas las serpientes.
A la sombra de ceibas maternales
el boa constrictor digiere química
se ha envenenado el verde Yurupari.
El Popol-vuh es canto subversivo,
Bochica está escondido entre los U'was.
Con melena de León el sol avanza
incinera mis trenos y terrores
y mira entre las nubes tormentosas,
señalando con ojos embriagados
el futuro del trópico terrestre.
III
Y vi salir del caos de las sangres
una nueva pareja genitora
en un edén de hielo de los Andes.
El blanco alcázar de la poesía,
soñado en Grecia, tácito en Lao-Tse,
narrada en Walden, contenida en Gandhi,
preparada en el "Juego de los abalorios"
y en todas las eternas utopías.
Cantado por Colón cuando a sus reyes
"he llegado al Edén", les escribía.
Y vi también a un niño junto al Nilo
que manaba del África profunda
y era un río profético que hablaba
con la Esfinge. Y el niño resguardaba
entre su corazón de sabio antiguo
el vaticinio del tercer milenio.
"Y aquel coloso de los pies de barro
cayó herido por una piedrecilla
que por mano, no humana, fue lanzada".
Guardó silencio el juvenil profeta
pero en Patmos su amigo escribiría:
"y un cielo y una tierra nuevos, fueron".
¿Dime, sol, quién me guía
en medio de la noche celeste?
IV
Un abogado del país del Ganges.
Ejerce entre sus clientes desterrados
al África, su anglo-jurisprudencia
en Oxford alcanzada. El alma grande de Gandhi
forja el instrumento para librar la India
del anillo de hierro de Britania:
"Fuerza de la verdad y No violencia".
V
Un médico que es músico y altruista
levanta en Lamberene un leprocomio
para curar las llagas de los negros.
Albert Schweitzer, al trópico elevado
como ángel filosófico y poeta.
VI
Un misionero preparado en Tunja:
Pedro Claver, espera en Cartagena de Indias
cargamentos de africanos
para entregarse al Cristo del estigma
curando llagas y enseñando salmos.
VII
Sor Juana Inés escribe, sueña, pulsa
lira y amor hasta que la condenan
por sabia y por mujer al gran silencio.
VIII
Un Indio panameño
conocido como Pedro Miguel
recuerda el truco
que aprendió en Poseidonia
hace milenios
y sugiere la magia de la esclusa.
IX
El Trópico es milagro tras milagro.
Todos sincronizados por la nave
del tiempo y nos hace ver ahora
la llegada del fuego que termina
con la caida del tiranosaurio
en la sopa de lava y cocodrilos,
en la rumba reptante del Jurásico.
Maximiliano ante Benito Juárez,
Fidel, Kennedy, Viejo y Mar, Gabo y Macondo
y Vernon ante el medio Blas de Leso.
Y Bolívar más grande cada día
bajo cerros de mármol y de bronce
resucitando armado de guitarra
como Macandel en Haití Santero.
X
A dos gemes del cielo Sor Francisca
vuela de villancico en villancico
de brazo con Bachué cruzan la niebla,
juntas en Hunza de la poesía
las dos reinas del mito sacrosanto.
XI
ENVÍO
Algún secreto negro se me quedó escondido
hace Siglos, entre las páginas de un libro.
Y ahora picoteo -- angélico ratón de biblioteca --
de cada libro un poco, buscando mis secretos.
Aborrezco de pronto bibliotecas y arañas
y busco entre las nubes o en los astros nocturnos
mi sonrisa, mi llanto, mi poema perdido,
o en la faz misteriosa de una mujer que pasa.
A veces me demoro en un rostro, en un libro,
leo algo más adentro y no encuentro mi huella,
ni en montones de símbolos ni severos blasones.
Miro correr el agua de un predio campesino,
oigo la vocecita del amor que me llama,
pero se va esfumando su recuerdo en el agua.
XII
Mi tropical América:
Te olvido a cada instante,
desesperado busco tu recuerdo.
Y olfateo tu largo pelo dulce,
abres tus labios, en tus ojos entro.
Te beso en un segundo muchas veces,
detrás de tus pestañas tienes miedo.
Te digo que detrás de mis palabras
tras de nuestra pasión está el silencio.
Hace ya tantos siglos no te amaba.
Hace dos lunas te encontré de nuevo.
Fuiste Chía, Malinche, Anacahona.
Y aparte de mi amor, ya no recuerdo
si fui árbol, o búho, nube o río
en donde tú bañabas tu deseo.
En la música roja de mi canto
tu adivinas mi nombre verdadero.
Para entregarme todo, abre tus ojos
soy el sol que fecunda el Universo,
con la caricia de mi amor eterno.
Tunja, Colombia, noviembre de 2003